En agosto de 2014 llegó a Chile Guido Croxatto, para estudiar un magíster en Derecho como becario de la OEA. Sin embargo, ésta no es una misión que cumpliría solo, pues vino a nuestro país acompañado de su pequeño hijo, un reto nada fácil.
Guido vosea mientras Constantino tutea; Guido está sentado mientras Constantino juega; Guido está vestido de camisa mientras que Constantino tiene un gorro de pirata. Uno de ellos tiene 32 años y el otro 4, y mientras uno de ellos habla, el otro se le sube por la espalda.
Uno de ellos es Guido Croxato, abogado y filósofo argentino, quien tras especializarse en DD.HH. se vino a Chile en 2014 para cursar el Magíster LLM de Derecho en la UC, como parte del primer transandino en estudiar con una beca de la OEA que busca la integración regional. Pero no se vino solo, sino con su pequeño hijo.
La oportunidad de estudiar este postgrado se le presentó en Alemania, país donde vivía realizando estadías de investigación y cursando otro magíster. Fue ahí donde Constantino –nombrado así por el emperador romano- pasó los primeros tres años de su vida, junto a su papá y su mamá. Sin embargo, la separación de la pareja se produjo antes de que se ganara la beca OEA y Guido tuvo que tomar una decisión.
Constantino quería quedarse con su padre, entonces Guido se vio envuelto en una disyuntiva: por un lado no quería desechar la oportunidad de estudiar otro máster en el extranjero, pues tenía un compromiso con la OEA; pero por otro no quería descuidar su rol de padre. Tenía que elegir un país de Iberoamérica y tomó la decisión de venir a Chile, por su cercanía con Buenos Aires y la posibilidad de contar con la ayuda de su familia, y también por la política de DD.HH., la historia en común entre su nación y la nuestra, y la literatura chilena, sobre todo por la poesía. "Fue una suerte de destino natural", dice.
"La verdad es que la universidad me ha ayudado muchísimo. Si no fuera así, todo esto hubiera sido inviable", asegura. Sin embargo, aclara: "eso no significa que me hagan más fácil mi rendimiento, sino todo lo contrario. De hecho, yo soy exigente en ese punto y la OEA me exige mucho académicamente. La ayuda tiene que ver con hacerme más fácil la vida en Santiago con un niño", comenta Croxato.
Guido cuenta que entre quienes más lo han apoyado ha sido el equipo del Magíster en Derecho. Por ejemplo, Cecilia Rosales, su asesora académica en Chile, y Melissa Guzmán, le ayudan a reprogramar exámenes si es necesario o justificar ausencias a clases cuando su hijo tiene algún problema, de salud, por ejemplo. Pero sobre todo está agradecido del profesor Francisco Leturia, quien también tiene una hija pequeña, y espontáneamente le abrió las puertas de su casa a Guido y Constantino. Así, Guido aprovecha de estudiar mientras los chicos se divierten. Además, este abogado transandino se ha hecho amigos en el edificio donde vive, algunos de los cuales también tienen hijos y le dan una mano de vez en cuando.
Como es becado, Guido no tiene que trabajar para mantenerse en Chile, entonces su tiempo libre lo dedica a estar con Constantino o a estudiar. Un fin de semana cualquiera se dedican a ver animales, naturaleza, jugar, leer, caminar o ir al teatro. "Él es una papa traviesa", se ríe mientras Constantino juega alrededor de la mesa. "Como es la persona con la que paso la mayor parte del tiempo, he llegado al punto donde tengo un diálogo de igual a igual. Y no lo digo de pedante, sino que le cuento lo que me pasa, lo que tengo que hacer, los desafíos que tenemos, porque siempre los tenemos juntos", explica Guido.
Haciendo una evaluación de su estadía en Chile estudiando un magíster y a cargo de su pequeño hijo, Guido asegura que la situación no ha sido fácil, "pero nada en la vida lo es", sostiene. "Uno al principio tiene la impresión de que es como un juego de suma a cero y que el tiempo que se le dedica al hijo es tiempo que le saca al estudio. Pero la realidad es que mientras más tiempo le dedicás a tu hijo, más aprendés, más energía tenés para hacer otras cosas, que terminás haciendo mejor. Yo creo que mi resultado académico no sería lo bueno que ha sido, si yo no pasara el tiempo que paso con Constantino [...] Al principio pensaba que no lo iba a poder hacer con Constantino, y ahora te diría que mi conclusión es al revés: no lo hubiese logrado sin Constantino", concluye orgulloso, mientras el chico juega y ríe alrededor de su papá.
En diciembre, Guido y Constantino volverán a Buenos Aires a pasar Navidad y luego a Alemania. Allí Guido terminará sus estudios pendientes y dictará clases en la Humboldt Universitat, mientras Constantino volverá al jardín.
Información Periodística: Sofía Maluenda / Vive la UC